En una rinconada de la plaza del Calvario de Capileira, hay una escultura que representa un toro, hecho en piedra de granito, que fue donado por la diputación provincial de Avila, con motivo de las conmemoraciones del centenario del viaje de Pedro Antonio de Alarcón a La Alpujarras.
El quinto toro Guisando. Un verraco de granito, de las mismas canteras de la Venta Juradera de El Tiemblo, atravesó La Mancha para venir desde Castilla a La Alpujarra, con su marca de cantería, para echar raíces en Capileira, junto al antiguo Mentidero de la Tahá del Poqueira que da acceso a la “Casa de la Cultura Pedro Antonio de Alarcón”.
La escultura ibérica es una auténtica maqueta de los cuatro toros que jalonan la encrucijada entre las provincias de Madrid, Ávila y Toledo, por San Martin de Valdeiglesias, junto al Río Tortolas y en comienzo de la Sierra de Gredos.
Federico García Lorca, en su “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, captó la estampa castellana para rendir el póstumo homenaje a un torero andaluz:
“…Y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como los siglos,
hartos de pisar la tierra”.
Es un entronque de dos tierras distintas y distantes, con un denominador común: la Reina Isabel de Madrigal. De la cuna sepulcro; de la Moraña a la Alpujarra; de Castilla la Grande al viejo reino de Granada, en la Andalucía que besa el mar latino, donde princesa se convirtió de labradora en marinera, por las divinas locuras de un navegante en el campamento de Santa Fe.
La escultura de un toro de Guisando en las laderas penibéticas viene a reforzar los lazos de dos ciudades isabelinas.
Un viejo toro de Iberia cruzo los campos rumiando pergaminos, con musgo en su testuz. El padre Cué dijo de ellos que habían sido mordidos sus cuerpos por los vientos y los soles de muchos siglos, cuando tenían la testa carcomida, inclinada sobre el haz de Castilla.
Cuando se descubrieron los cimientos donde se encontraron las cabalgatas de Enrique IV y su hermana Isabel para firmar el pacto, fue levantado un pequeño monumento que da entrada a la cerca de los toros, desde la cañada real, que dice: “en un lugar fue jurada doña Isabel la Católica por princesa y legitima heredera de los reinos de Castilla y de León 19 de septiembre 1468”.
Ahora será una placa de cerámica granadina la que señale en la talaya de Capileira la presencia de la escultura de piedra, en aquel lugar que los poetas bautizaron con el nombre de “Mirador de los Toros de Guisando”.
Será como un hito en la ruta alarconiana de Músicos y pintores, de literarios y peregrinos, la entrada de una mansión que es biblioteca de temas alpujarreños y museo de arte popular andaluz; telar y residencia de artistas, embajada y cocina, bodega y panera, un poco ermita con la virgen de la Cabeza y un mucho molino donde las aguas del deshielo de Sierra Nevada convierten en harina los trigos de las paratas y de los bancales. Trigo para las roscas y la hogaza, para las migas de los pastores que viven junto a las cabaña serranas, como los Gredos, espinazo de Castilla, de donde vino el toro de piedra momificado y curtido por los hielos de las alturas limpias.
Fuente;
· Libro (Ruta de las Alpujarras), Rafael Gómez Montero
· Fascículo de (calle Elvira)
· Fotografía; F. Mnawar
· Pintura; Hipólito Llanes pintor y dibujante